jueves, 31 de diciembre de 2009

Pide un deseo

Esta noche cuando suenen las campanadas y termines de tomar las uvas, cuando brindes con algo de oro en la copa de cava, cuando reces tu primera oración del año, cuando cruces los dedos y cierres los ojos es el momento de pedir un deseo.

Yo de nuevo me abstendré de pedir ninguno, no sea que se me conceda.

En ocasiones...

... simplemente necesito evadirme de todo. Dejo atrás mi casa, mi gente y me pierdo.

Generalmente me sumerjo en la espuma de una cerveza, o detrás de un taco de billar. Otras veces me camuflo entre la multitud siendo un puntito en la marea de desconocidos.

En esos momentos reseteo mi cabeza, mis recuerdos, mi vida entera y no existe nada anterior al ahora.

Cuando pasan un par de horas mi consciente vuelve a surgir y me arrastra de nuevo a la vida.

Pero puede ocurrir que las circunstancias me impidan salir y es entonces mi cabeza la que decide irse, apenas unos microsegundos, en ese militiempo olvido todo y cuando me recupero me doy cuenta de que si eso se prolongara sería como un alzeimer temprano donde no recordaría ni siquiera mi nombre.

Podría comenzar una nueva vida, sin saber quien soy, de donde venía ni adonde iba. Curiosamente en mi consciencia tampoco se quien soy, de donde vengo, ni a donde voy. No es tan diferente de la realidad.

Mucho más a menudo lo que me ocurre son pérdidas de memoria selectivas, pero no sé todavía el criterio que sigo para olvidar. Olvido nombres, caras, lugares, situaciones. Mi memoria son mis amigos, mi familia, las fotos. De repente olvido mi contraseña del movil y nunca más la vuelvo a recordar. O apenas acabo una conversación donde alguien va a venir a casa a lo largo del día, cuelgo, lo olvido y salgo de compras o a pasear.

Acabo de olvidar cómo continuar...

domingo, 27 de diciembre de 2009

Vuelta al cole


20 años son muchos, pues este es el tiempo que hace que no veía a la mayoría de los que quedamos ayer a cenar.

La fecha de la cena ya se sabía desde junio así que me había dado tiempo suficiente para estar contenta, emocionada, aterrada, confundida, ... y vuelta a empezar.

Nos juntamos unas 60 personas, y comenzó la procesión de besos, abrazos, "hombre fulanito", "¿Qué tal menganito?". He de reconocer que si hace 20 años no me sabía la mitad de los nombres, ahora ni mucho menos me los había estudiado y eso que el facebook ayuda mucho.

Abracé y besé a gente con la que nunca había cruzado ni media palabra y otros con los que me había llevado realmente mal y, cómo no, también a otros a los que tenía gran aprecio.

A pesar de todo me lo pasé de vicio, me encantó conocer a gente nueva, al menos lo eran para mí. Me puse el mundo por montera y pensé que total a muchos de ellos no los volvería a ver hasta dentro de 20 años con suerte y que quizás era un momento de hacer amigos, así que hablé, bailé, bebí y me reí muchísimo.

Descubrí que hay gente que con el tiempo crece y otros que simplemente cumplen años. O quizás sean las circunstancias y fuera de ese ambiente sí han crecido.

Sea como fuere si esto se vuelve a repetir estaré deseando apuntarme ya sea dentro de 5 ó de 20 años.

viernes, 25 de diciembre de 2009

Pues vaya!


Ultimamente así soy yo

Todos sabemos que hay ocasiones en las que es mejor callar, pero...hay otras en las que es imposible hacerlo, no por maldad, simplemente estás con borrachera dialéctica y no hay forma de que se pase.

Si buscamos lo bueno del asunto es que al final tienes una capacidad sobrehumana para soportar las meteduras de pata, sabes poner cara de poker en los momentos más vergonzosos y piensas, bueno, mañana hará un día de ésto.

Visto por ahí, Belén

Mañana quiero empezar a poner el belén en mi casa, y, como estoy en crisis, antes de hacerlo he decidido llamar a uno de estos consultores de BOSTON CONSULTING…para que me asesore sobre como rentabilizar al máximo el tradicional nacimiento.
El resultado ha sido sorprendente, y por eso os lo quiero comentar.
Lo he decidido, tras el informe voy a realizar un E.R.E. EN EL NACIMIENTO…

Pastores.
Para nadie es un secreto que en todos los belenes hay más pastores que ovejas, parece absurdo, pero siempre ha sido así. Por supuesto me veo obligado a deshacerme de todos, menos uno. Instalaremos pastores eléctricos (cercas electrificadas) con el fin de controlar a las ovejas, y, una vez instalado, se plantea la posibilidad de sustituir, en breve, al pastor por un perro con experiencia.

Personajes gremiales.
Es sorprendente la cantidad de artesanos que puede haber en un belén: el herrero, el panadero, el de la leña, el carpintero (haciendo una desleal competencia a San José que se ha cogido baja paternal), el tendero,… y sin embargo es, también, sorprendente ver los pocos clientes que hay. La decisión que hemos tomado es despedir a todos los artesanos, es duro, pero no ha quedado otro remedio. En su lugar hemos contratado a un chino, que en un pequeño comercio fabricará y venderá todos los objetos que vendían los artesanos. (Si el chino decide subcontratar 15 menores para sacar el trabajo es un tema en el que no nos debemos meter).

Posadero.
El chino se hará cargo también de la posada. Además, últimamente habían llegado quejas de atención al cliente por parte de José y María. La posada podría funcionar con el sistema de cama caliente.

Lavanderas.
Que manía tienen en los belenes con lavar la ropa, con lo fría que debe estar el agua, con tanta nieve. Se suprimen los trabajos de lavanderas, que además eran ocupados siempre por mujeres. Cada uno se lavará su ropa en los ratos libres, potenciando así la equiparación de sexos en cuestión de tareas domésticas.

Ángel anunciador.
Suprimidos casi todos los pastores, no tiene sentido la figura de un ángel anunciador. Se sustituye por un anuncio luminoso, en donde además podremos anunciar las ofertas del chino.

Castillo de Herodes.
A Herodes le mantengo en su puesto, no es que haga mucho, pero manda, y no es cuestión de ponerse a despedir directivos. Soldados, me quedo con dos por razones de seguridad, (que bastante calentita está la zona) pero los externalizo. Los contrataré por medio de Prosegur Castillos, para que me presten servicio como guardas de seguridad. Ahorro en costes fijos y gano en flexibilidad.

Paseantes varios.
Es sorprendente ver la cantidad de personajes que abundan en un belén sin hacer nada, absolutamente nada. Todos despedidos. Esto lo teníamos que haber hecho hace tiempo.

Paseantes con obsequios
. He observado que otro grupo de paseantes, algo menos ociosos, pero no mucho más productivos, se dirige hacia el portal con la más variada cantidad de objetos. Uno con una gallina, otro con una oveja, otro con una cesta, otro con un hatillo (¿qué llevará el misterioso personaje del hatillo?),…
Puesto que todos tienen el mismo destino, organizaremos un servicio de logística, para rentabilizar el proceso. Despediremos a todos los paseantes, uno de ellos se quedará con nosotros por medio de ETT y con ayuda de un animal de carga recogerá las viandas cada tres días y las acercará al portal.

Reyes Magos.
Por supuesto con un solo rey es más que suficiente, para llevar el oro, el incienso y la mirra. Eliminamos dos reyes, dos camellos y los pajes. Posiblemente nos quedemos con el rey negro para no ser acusados de racistas, además es posible que quiera trabajar sin que le demos de alta. Tengo que estudiar, también, la posibilidad de dejar tan solo el incienso y vender el oro y la mirra a otra compañía, ya que debemos de reducir al máximo la inversión en regalos de empresa.

Mula y Buey.
La única función de estos animales es dar calor. Esta función será desempeñada por una hoguera, que gasta menos combustible. Realizaremos un assessment center con los dos animales, y el que lo superé trabajará como animal de carga en el servicio de logística antes citado.

San José y la Virgen María.
Está más que demostrado que el trabajo que hacen ambos en el portal puede ser desempeñado por una sola persona, y evitamos dos bajas de maternidad/paternidad. Por razones de paridad nos quedamos con la Virgen María y, lamentablemente, tenemos que despedir a San José (con lo que había tragado el hombre en esta empresa).

El niño Jesús
. A pesar de su juventud tiene mucho potencial, y además parece ser que su padre es un pez gordo. Le mantenemos como becario con un sueldo de mierda, hasta que demuestre su valía.

El Belén queda pues de la siguiente forma: Un pastor, con ovejas en un cercado, un chino con un comercio/posada de 24 horas, Herodes y dos guardas subcontratados, un paseante,por ETT, con la mula (o el buey) haciendo repartos, el rey negro (ilegal), la virgen y el niño.

Va a ser mas soso que otros años, pero me he ahorrado una pasta…

FELIZ NAVIDAD.

jueves, 24 de diciembre de 2009

FELIZ NAVIDAD

Para los que creen,
para los que no creen,
para los que ríen
para los que lloran
para los que están
para los que se van
para los que no saben leer
para los que escriben libros
para los que ayudan
para los que se dejan ayudar
para ti, para todos, para mí también.

martes, 22 de diciembre de 2009

De entierro

No es lo mismo ir a un funeral que a otro, no, no es lo mismo. El hecho es igual, alguien nos deja y se va, las consecuencias en nosotros, pues depende.

En este caso hemos ido a despedir a mi tío, una persona tremendamente egoísta, soberbia, grosera, poco afectivo con su familia, y no es que lo esté criticando, es simplemente una descripción con la que todos en mayor o menor medida están de acuerdo.

Cuando se murió alguien dijo, "por fin su mujer descansará" y mi padre, el hermano del difunto, añadió, "bueno, algo bueno tenía". "¡Una cosa!, dime tan sólo una cosa" le contestaron.

Si algo bueno dejó (que seguro que muchas cosas aunque ya no nos acordemos) es su sentido del humor, en especial en los funerales, aunque eso es algo característico de mi familia paterna. En muchas ocasiones los hijos y sobrinos nos hemos sentido avergonzadísimos ante comentarios poco afortunados y risas fuera de contexto, pero como todo se pega, y no podía ser de otra manera su funeral ha sido así, también divertido.

Mi madre preguntó si ya tenían cura para la misa y le dijeron que no pero que le agradecerían que se ocupara ella. Es que mi madre conoce bien todo lo relacionado con iglesia, misas, etc... pero le dijeron que por favor advirtiese al sacerdote no fuera que metiera la pata, "¿y eso?" respondió mi madre, "pues vaya, que puede decir lo que quiera menos que fue buen padre y buen marido, porque si no pensaremos que se equivoca de difunto".

El cura, que ya lo conocía, iba bien aleccionado y ¡ay! la verdad es que fue bastante fiel a la realidad, quizás demasiado sincero para este caso, pero a nadie le extrañó. Todos lo conocíamos.

Estoy esperando la reunión familiar que se hará después de ésto, creo que promete bastante. He de decir que, pese a quien pese, tenemos todos un poquito de ese "humor" y cuando nos juntamos es muy divertido para nosotros, pero algo extraño para los de afuera.

Me ha hecho pensar que mi familia paterna es muy muy especial y que realmente sus entierros van a ser parecidos, con sentido del humor y sin grandes penas por parte de sus allegados.

Bueno, pues eso, descanse en paz.



viernes, 18 de diciembre de 2009

A sus Majestades los Reyes Magos

Queridos Reyes Magos:

Les escribo esta carta con un lápiz rojo de mi hijo, en el dorso de un recibo, sentada al lado de la lavadora entre un lavado y otro, y quien sabe cuando volveré a tener un poco de tiempo libre en los próximos 18 años.

He sido una buena madre durante todo el año.


He alimentado, aseado y cuidado a mis hijos todos los días.

He visitado al pediatra muchas más veces de lo que he visitado a mi propio médico aún encontrándome mal.

He vendido sesenta y dos papeletas de lotería de navidad del fútbol de mi hijo, he cambiado cromos, comprado chuches.....

Llevo a mis hijos al cole, a las actividades extraescolares, les ayudo con los deberes, a preparar los exámenes, juego con ellos, les llevo al parque con sus amigos, a montar en bicicleta y patinar...


Recojo y ordeno su habitación, que queda como una leonera tras pasar por ellos allí un ratito, es increíble cómo se trasladan los juguetes de las estanterías al suelo porque ¡ninguno los ha cogido!!.

Les preparo la ropa, sus mochilas, el almuerzo para el recreo... para que todo esté listo y no les falte nada...

En fin, me esfuerzo en hacer que su vida sea lo más feliz posible, sin problemas ni preocupaciones

Pensaba que quizás, visto que no les he pedido nunca nada, este año podrían traerme algunas cositas.. Aquí tienen mis deseos:

Me gustaría una barriga plana, de esas de las artistas de Hollywood, unos brazos que no dolieran y fueran lo suficientemente fuertes como para apartar a mi hijo del estante de las golosinas, mientras hace una rabieta en medio del supermercado.

También quisiera una cintura, ya que en algún sitio perdí la que tenía, hacia el séptimo mes de mi último embarazo.

También me gustarían unos cristales y paredes resistentes a las huellas y a las pintadas, un rinconcito secreto donde poderme esconder para hablar por teléfono.

En el aspecto práctico, quisiera una muñeca que hable y diga, "Sí, Mamá" para ayudarme en mi autoestima como madre, así como dos niños que no peleen, y tres pares de vaqueros que se abrochen sin necesidad de tanta fuerza.

También me gustaría una voz nueva, ya que mi voz parece estar fuera del alcance auditivo de mis hijos ya que por mucho que me esfuerce no parece que me escuchen.

Sería maravilloso si consiguiera que mis hijos ayudaran en casa sin necesidad de pedir un premio a cambio.

Si fuera tarde para encontrar todo esto, quisiera al menos el tiempo suficiente para mí, para cepillarme los dientes, peinarme decentemente, para maquillarme, ir de tiendas a la sección femenina y no sólo a la infantil.

Tiempo para tener el lujo de sentarme y comer la comida caliente, y no fría o sin que tenga que comerla antes o después de que mi familia cene.

Me gustaría experimentar, qué se siente durmiendo una noche entera del tirón, sin interrupciones de ninguna clase....

Bueno, Queridos Reyes, la alarma de la secadora me indica que ha terminado su ciclo y mi hijo se ha dado cuenta que estoy aquí encerrada. Creo que quiere que le devuelva su lápiz. Que tengan un buen viaje y recuerden sacarse el polvo de sus sandalias antes de entrar.

Pueden comerse las galletas que les dejamos en la mesa, pero cuidado con echar migas a la alfombra.

Con cariño...... MAMA!!

P.D. Ah!... otra cosa, pueden anular todos mis deseos con tal de que hagan que mis hijos crezcan felices, sanos y se conviertan en personas de bien.

martes, 15 de diciembre de 2009

El efecto yo-yo o teoría del bing-bang

El efecto yo-yo es algo muy común en gran parte de las mujeres, es decir, subir y bajar de talla fácilmente, bueno, siempre es más fácil subir que bajar, bajar nos cuesta un gran esfuerzo.

El problema viene cuando a base de estar en diferentes tallas tenemos el armario repleto de ropa, de la cual sólo nos podemos poner un 10% porque el resto es de otra temporada, de cuando estábamos más delgadas, o de cuando estábamos más rellenitas. En definitiva, que viene a ser cierta la frase esa de "no tengo nada que ponerme" a pesar de tener un ropero hasta los topes.

Comentando ésto con las amigas, surgía el siguiente problema, a base de subir y bajar tallas la ropa se queda muy nueva y dura años y años, cosa que nos fastidia bastante a las mujeres.

La solución la dio una amiga el otro día cuando comentó que ella no tenía ese problema ya que si había hecho el esfuerzo de bajar una talla es que se merecía estrenar ropa, así que dicho y hecho.

Va por ti cielo, este fin de semana he dado un golpe de estado a la tarjeta de crédito ya que después de varios años he conseguido bajar una talla y pico y entrar en la "normalidad". ¡Como si antes fuera anormal!, pero la moda es lo que tiene, que excluye de la ropa standar a la mitad de las mujeres.

Y así me he sentido como niña con zapatos nuevos, probándome ropa en tiendas que antes no se me había ocurrido entrar. Sé que es muy superfluo pero, qué se le va a hacer, me ha hecho feliz.

sábado, 12 de diciembre de 2009

Día de gimnasia


He decidido comenzar a regalarme pequeños lujos, al menos lo son para mí.

El primero ha sido una sesión de gimnasia personalizada, un entrenador para mí sóla durante una hora.

El chico en cuestión ya lo conocía de las clases normales, muy bueno, un encanto, guapetón, ojos azules, siempre he tenido debilidad por unos ojos claros y, bueno, bastante más joven que yo. En definitiva, perfecto para una sesión personal.

Todo ha ido muy bien hasta llegar a la camilla donde para valorar mi flexibilidad se ha subido él también. La cosa es como sigue, he tenido que colocar mis pies en sus caderas mientras él lentamente se inclinaba hacia mí. Yo sólo era capaz de ver sus ojos cada vez más cerca de los míos. Todo iba estupendamente hasta que me ha dicho "tienes que notar la tensión", no sabía si llorar o reir porque puedo asegurar que tensión había, aunque no sé si era la que se suponía.

Creo que repetiré otro día.

jueves, 3 de diciembre de 2009

Adios


Comienza la pérdida de la inocencia cuando eres consciente de tus posibilidades.

Termina cuando eres capaz de convertirlas en realidad.

martes, 1 de diciembre de 2009

Esta sí: My favorite things

lunes, 30 de noviembre de 2009

tico-tico

¿Qué necesitas?

¿Que qué necesito?

Hoy se supone iba a poner nombre a lo que tantas vueltas le doy a mi imaginación y no he sido capaz de pronunciar tres simples sílabas. Mis oídos todavía no están preparados para escucharlas de mi boca. Sabía cual era la respuesta pero todavía no la puedo asimilar completamente.

De nuevo en soledad mi mente se ha dispersado y me ha dado el gusto de recordar momentos que ahora echo tanto de menos.

Las caricias de Ángel que hacían que la noche se fundiera con la mañana en lo que nos parecían apenas 10 minutos ¿dónde encontrar ahora tus manos y mi tiempo?

Los paseos en bici y las sesiones fotográficas con Alberto mientras me decía que tenía ojos de mujer fatal, las horas con la guitarra poniendo juntos música a sus letras, sus abrazos, las discusiones fingidas en plena calle ¿Escribes ahora, plasmas los instantes mágicos sobre papel? Yo ya no.

Las veladas después de comer con Fernando, que se supone venía a ver a mi hermano y se quedaba tocando el piano para mí durante horas tantos domingos. Echo en falta las miradas que me enviabas, ahora apenas te veo y tu mirada siempre está triste.

Los paseos de la mano con Juan Carlos, o cuando me agarrabas de la cintura, ni un solo beso pude arrancarte, pero tampoco lo necesité. Sabía, aunque no quisieras confesarlo, que todavía te quedan puertas que abrir, sitios de donde salir. A ti te debo poder expresar mis sentimientos, escandalizar a muchos por nada y darme igual. Antes de ti no hubo nada, después… tampoco.

La noche en aquel bar en el que yo era una fuente de endorfinas y oxitocina. Cada vez que la gente que pasaba a nuestro alrededor nos acercaba uniéndonos en un abrazo inesperado, yo cerraba los ojos por miedo a que vieras lo que bullía en mí. Y tú, lo viste, me llevaste a un lado y nos besamos, salimos de aquel bar y seguimos besándonos de puerta en puerta hasta que nos dimos cuenta que era de día. Era domingo y una anciana nos echó un cubo de agua desde su ventana. De su portal a tu casa, a tus caricias, a tus besos, a tu espera. De tu casa a mi coche, a mi casa y a mi vida de nuevo. No recuerdo tu nombre pero me he acordado de ti tantas veces. Echo en falta tu mirada al despedirnos, la pasión, el deseo, la humedad del cubo de agua y la de otros lados.

El amor de mi infancia, Diego, siempre legañoso, ahora imagino que sería conjuntivitis, antes no lo sabía pero no me importaba. Añoro estar con mariposas en la tripa a cada momento.

El amor de mi juventud, Carlos, las horas de estudio más esperadas en pleno verano. Cuánto me reía contigo. Después de ese verano ingresaste en un monasterio, a partir de entonces los exseminaristas fueron mi perdición. Añoro desear lo prohibido.

El amor de mis 14 años, un socorrista, otro Carlos, me tuviste loca todo un verano y parte del invierno. Pensé que iba a morir de amor pero sigo viva o al menos lo he intentado. ¿No podrías regresar ahora que ya no tengo 14 años?. Eras la dulzura y la madurez personificada en un cuerpo 10.

Todo eso y un poquito más es lo que necesito.

Mi punto G

He decidido descubrir mi punto G y, dado mi carácter investigador, voy a ser minuciosa en la tarea.

Comenzaré por mis pies y subiré hasta encontrarlo.

Me gusta cuando me toco los pies, meto mis dedos en todos los espacios que encuentro, aprieto, acaricio, nada… Quizás esté más arriba, todo es cuestión de paciencia. Me unto bien de crema y comienzo a dar masajes por las piernas, me detengo en cualquier sitio que tenga la más mínima reacción. Encima de las rodillas, ay, no , eso son cosquillas, en la cara interna de mis muslos, uhmmm, bueno, si subo un poquito parece que es placentero, pero no lo suficiente.

En las manos y los brazos. Tres cuartos de lo mismo. Las caricias leves apenas perceptibles son increíbles pero… no.

Iremos a algún sitio más sensual, los pechos, pruebo a acariciarlos, estrujarlos, aplico hielo, doy calor, sintonizo los 40 principales y onda 0, pero nada, no funciona.

Habrá que centrar el tema, quizás el ombligo, esta vez con una pluma, con un guante de crin, con un ratón de ordenador… por probar que no quede.

Quizás esté en la espalda, me sitúo en el marco de la puerta y me contorneo mientras las aristas acarician desde la nuca hasta las nalgas. Si está ahí hoy no lo siento.

Estoy bastante decepcionada, quizás haya información en internet. Siiiiii, estaba un poco desorientada pero ahora que lo sé parece fácil. Sólo hay un problema, es necesario ser contorsionista o precisar de ayuda. Me decanto por pedir ayuda por eso que cuatro ojos ven más que dos.

Comencemos, ni muy cerca ni muy lejos, imagina un reloj, busca la una, sí, por ahí debe de estar, arriba…. Abajo… arriba…izquierda… derecha, puf, golpecito suave, ligero vaivén… ay, ay, ay, nada. Tampoco lo encuentro.

Pues va a tener razón un antiguo profesor que decía que el punto G de las mujeres está en la cabeza. Sí, eso lo explicaría todo.

No lo encuentra cualquiera, sino el que te hace sentir llena, el que reconoce en ti a la mujer que eres, el que sin tocarte te pone el vello de punta., Ahí, síiiiiiiiiii.

No, no vale cualquiera, ojalá.

sábado, 28 de noviembre de 2009

Con tu permiso, Seda

Me ha parecido tan bonito, que aquí lo pongo con permiso de Seda


Si tuviera que hablarte de algo sería del tiempo. No me refiero a isobaras y anticiclones, sino a la figura de dedos huesudos que vive dentro de los relojes. Equinoccios y solsticios se suceden vertiginosamente sin contar con mi opinión, y apenas he caído en la cuenta de que los árboles han tapizado de oro las calles, cuando ya descubro atónita una explosión de verdes, rojos y malvas que hacen las delicias de las hacendosas abejas. Pero me resulta inútil medir el tiempo de esta manera porque yo lo tengo dividido en dos: el que pasé contigo y el que pasaré sin ti.

Si tuviera que acariciarte algo sería el alma. Las yemas de mis dedos apartarían tímidamente las telarañas que cubren sus rincones hasta descubrir el pequeño hueco en el que me escondes. Y entonces tu alma y yo, finalmente encontrados, jugaríamos desnudos a la gallinita ciega y bailaríamos tangos desgarradores hasta agotarnos. Cuando la madrugada nos sorpendiese me dormiría con tu alma enroscada en mis manos para poder acariciarla en sueños.

Si tuviera que regalarte algo serían palabras en tu oído. Las vertería despacito, con sumo cuidado, evitando que se derramara fuera de ti ni una sola. Mi boca rozaría tu oreja con cada sílaba deseando contagiarte el intangible escalofrío que provoca tu cercanía. Temblaría mi voz al visitar tu nuca mientras te hablo, presagiando un seísmo de temores. No sería capaz de hacer otra cosa que no fuera saturar tu laberinto de ternura incontrolada, pespunteando con pasión jugosa sus aristas.

domingo, 22 de noviembre de 2009

Las mujeres de mi familia

Hasta donde me han contado sé que las mujeres de mi familia han tenido cualidades excepcionales.

De mi abuela paterna se dice que era capaz de parar las tormentas simplemente por medio de la fe y de la oración. Y se dicen más cosas pero daría para un post entero.

De mi abuela materna sé que era capaz de curarte los dolores, podía con tan sólo tocarte saber si tenías un problema en un riñón, o si te habían sentado mal los garbanzos (sin que nadie le dijera lo que había comido). Comenzaba a darte friegas y cuando su brazo le dolía y se le abría la boca tu dolor había desaparecido.

De mi madre resaltaría la capacidad de escuchar y aconsejar de tal manera que, cuando hablan con ella, las personas se marchan mucho más tranquilas. Tanto es así que durante los años que estuve fuera de casa mis amigas iban a ella para contarle sus preocupaciones y recibir apoyo.
De mí no puedo contar nada en especial, quizás en ocasiones la sensación de saber cosas de los demás, certezas les llamo, ver el interior y saber cómo se siente una persona, aunque supongo que eso lo tenemos todos.


Pero lo más impresionante es la capacidad de transformar que tienen mis besos. Lo he podido comprobar cada día desde hace unos años cómo al llegar la noche y besarle, mi príncipe se convierte en rana. Es una extraña habilidad, a veces pienso que una maldición. Soy como las princesas de los cuentos que besan a las ranas para convertirlas en príncipes pero al revés.

¿Alguien conoce el antídoto para este extraño don? ¿Alguien sabe de la utilidad del mismo? He pensado en poner una fábrica de pruebas de embarazo, sí, la consabida prueba de la rana, pero parece que ya está anticuado. Si se te ocurre alguna otra utilidad, por favor, házmelo saber.

jueves, 19 de noviembre de 2009

Debo ser la hermana de la que habla

"Odio a Pachelbel"

martes, 17 de noviembre de 2009

38 años


He buscado en imágenes de google "38 años" y me he encontrado con anuncios sobre sexo, mujer de 38 años busca....

He buscados después en imágenes tan sólo "38" y el 90% de las imágenes eran de una pistola o revolver o como quiera que se llame que supongo que serán del calibre 38, imagino.

He buscado en google, esta vez sin imágenes, "38 años" de nuevo y todo eran sucesos terribles, fallece, dispara, operan, etc...

Espero que ninguna de estas 3 opciones sean lo que me espera este año.

Finalmente encontré ésta que es lo más parecido a mi estado de ánimo de hoy. El 38 tan sólo es por ser el número 38 de la revista pero creo que porfín encontré lo que buscaba.

Así que me felicito a mí misma.

lunes, 16 de noviembre de 2009

Mamá, cuéntame un cuento


Vale, te voy a contar el cuento de caperucita blanca.

Ese cuento me lo sé y no es así, es caperucita roja.

No puedes saber si conoces un cuento hasta que no llega el final. ¿quieres saber como comienza?

Érase una vez una niña preciosa a la que todo el mundo conocía como caperucita blanca. Su mamá desde el momento en que nació le colocó una caperucita en la cabeza para disimular las enormes orejas con las que había nacido, pero ese era un secreto que ni la misma caperucita conocía puesto que desde bien pequeña le dijeron: “nunca debes quitarte esta caperucita ya que es lo que te da la belleza que posees”, y ella, como era muy obediente, así lo hizo.

La realidad era bien distinta, caperucita poseía una belleza innata que deslumbraba por sí misma y sus ojos eran los más hermosos de la comarca. Por miedo a que se hiciera presumida y se pudiera quitar el gorro siempre le ocultaron esto y le decían que lo importante no eran sus ojos, ni su piel suave y sonrosada, sino que lo que la hacía especial era el tocado que le puso su mamá.

La caperucita era de color blanco, ya que se trataba de potenciar su candor e inocencia, así que tenía que tener mucho cuidado de no mancharla. Caperucita creció pensando que era su único atributo, y mientras otras niñas jugaban en la tierra, hacían volteretas y correteaban por el pueblo ella permanecía en su casa leyendo, ayudando a sus padres y tratando de ser mejor día tras día.

Lo que tampoco nadie sabía es que caperucita poseía otros dones. Sus ojos no eran sólo bellos sino que podía ver más allá de lo que cualquier ojo humano alcanza. Su olfato era tan fino que sabía quién iba a llamar a la puerta antes de que llegara si quiera al porche. Su oído era capaz de escuchar más allá de los límites conocidos.

Y lo más extraño era lo que pasaba en las noches de luna llena, pero no voy a adelantar acontecimientos.

En ocasiones, con excusa de ir a comprar, caperucita blanca se alejaba de su casa y se adentraba en el bosque. ¡Era tan emocionante! Solía descalzarse y caminar por el riachuelo, le gustaba sentir a los peces acariciando sus pies y luego tumbarse sobre la hierba para secarse al sol. El perfume de las flores y los frutos componía la más fabulosa armonía aromática que ella jamás hubiera experimentado. Si se concentraba un poquito podía escuchar cómo las hormigas construían sus hormigueros o los pájaros emitían diversos sonidos para llamar a sus crías, o avisar de peligros, escuchaba la berrea de los ciervos, el graznido del cuervo,...

Cuando volvía a casa nunca contaba lo que había hecho porque sabía que no les iba a parecer bien, una niña tan buena no debería andar sola por el bosque.

Un buen día la abuela de caperucita enfermó y su mamá tenía tantas cosas que preparar que le pidió a caperucita que la fuera a visitar y le hiciera compañía. Eso sí, muy seria le advirtió que fuera por el sendero y no se adentrara en el bosque. Que no se entretuviera por el camino ya que había muchos peligros a su alrededor, especialmente el lobo, que se acerca a las niñas buenas y se las come de un bocado para jamás regresar a sus casas.

Caperucita, feliz por salir de casa, agradeció el encargo y prometió hacer todo lo que le había dicho su madre. Pero en cuanto llegó a los lindes del bosque el deseo pudo más que su promesa y entró en él. Otro día más se transformó su alma y se sintió una más en armonía con la naturaleza. Así se fue a casa de la abuelita por el atajo del bosque.

Cuando estaba a punto de llegar vio al lobo. Él estaba allí, no hacía nada especial. De repente el lobo se paró, la miró a los ojos y se quedaron así los dos, mirándose, durante un largo rato. Un sonido de escopeta alertó al lobo de que el cazador andaba cerca y desapareció.

Caperucita quedó consternada, era tan bello el lobo, tan salvaje y cercano a la vez. Salió del bosque, fue a ver a la abuela y regresó por el camino pero no contó nada a nadie. Aquella noche, noche de luna llena, caperucita sintió enormes deseos de aullar, como tantas y tantas noches de luna llena.

Al día siguiente y los restantes caperucita pidió permiso a su mamá para ir a visitar a su abuelita y de esa manera poder adentrarse de nuevo en la espesura. A partir de ahora ya no era tanto el aroma o los sonidos del bosque lo que la llamaba a ir sino el poder ver una vez más al lobo. Día tras día se encontraban pero ninguno decía nada, poco a poco acortaron las distancias hasta que finalmente caperucita alargó el envés de su mano hacia el lobo y él la olfateó y la lamió. Allí comenzó su amistad, jugaban, corrían, saltaban, nadaban en el lago, se revolcaban por la tierra.

La madre de caperucita a pesar de estar muy ocupada haciendo la comida y lavando la ropa se dio cuenta de que caperucita había cambiado. Era más callada, apenas decía nada, pero tenía una sonrisa descuidada y la mirada perdida. Lo más preocupante era que su caperucita ya no llegaba impoluta cada noche sino que se tenía manchas de tierra y verdín. Decidió que tenía que averiguar qué pasaba.

Como cada día, a la mañana siguiente caperucita le pidió ir a ver a la abuelita y su madre accedió, pero al poco de salir la siguió. A caperucita le extrañó sentir a su mamá muy cerca pero pensó que su olor se habría impregnado en la cesta que le había preparado para la abuela y no se preocupó. Llegada a un punto miró alrededor para ver que nadie la seguía y se adentró de nuevo en el bosque. La madre de caperucita no podía creer lo que veía, su hija le había desobedecido.

La siguió hasta que vio cómo se detenía en un pequeño claro del bosque y a los pocos minutos apareció por allí el lobo. La impresión fue tal que se desmayó y cuando recuperó el conocimiento allí ya no había nadie. Corriendo fue en busca de ayuda, pensó que su hija había sido devorada por aquel terrible lobo. Lo describió con una minuciosidad increíble para apenas haberlo visto, sus enormes fauces, los colmillos como cuchillos, las zarpas afiladas, a punto de abalanzarse sobre su niñita cuando ella perdió el conocimiento. Rápidamente todo el pueblo se puso en alerta y decidieron hacer una batida. Se armaron de palos, piedras, cuchillos y escopetas y juraron venganza mientras se adentraban en el bosque.

Mientras tanto caperucita ya estaba en casa de su abuela ajena a todo esto. Pero esta vez los ojos de caperucita mostraban tal tristeza que su abuela le preguntó “¿Qué te pasa caperucita?”, al principio dudó si contarlo o no pero la cara de preocupación y el saber que su abuela siempre la había comprendido la animo a hacerlo.

“Abuela, he conocido al lobo”, la abuela bajó la mirada y se mordió los labios. “Abuelita, no es malo, me hace sentir bien, me río mucho, jugamos y descansamos, es como si nos conociéramos desde pequeños”. La abuela la miró tristemente pero la dejó continuar. “No sé qué me pasa pero aunque sé que no debería entrar en el bosque siempre me ha atraído, aunque sé que no debería ensuciar mi caperuza me tumbo en la hierba, doy volteretas, nado en el río y sólo cuando vuelvo a casa es cuando me siento mal porque mamá se pondrá muy triste cuando me vea llegar así”.

La abuela pensativa le dijo “Suponía que tarde o temprano tendría que llegar este momento”. Caperucita le miró con extrañeza. “Cada uno de nosotros nacemos siendo dos a la vez, tenemos un lado humano, racional y un lado salvaje, instintivo. Al principio de los tiempos los hombres eran capaces de saber qué animal se había unido su alma junto a la suya para darle esas cualidades. Existían rituales en los cuales el alma salía del cuerpo y viajaba hasta encontrar a su pareja que podía ser un ciervo, un oso, un pájaro… La experiencia de los chamanes hacía que desde pequeño se potenciaran las cualidades que podían surgir de esta extraña unión. Pero con el tiempo, el raciocinio y la lógica, todo esto se fue olvidando y llegó a estar penado con una muerte horrible. A pesar de todo y de todos, nuestro alma se sigue uniendo a la de un animal, queramos o no, y nos sigue dando cualidades que cada cual utiliza según sus deseos. Te cuento todo esto porque cuando el alma de ese animal es fuerte puede incluso hacernos tener características físicas semejantes a él. ¿Te has preguntado porqué siempre llevas una caperuza?”

“Mamá me dijo que para ser más bella” respondió Caperucita.

“No cielo, es para ocultar el rasgo que te dio tu lado salvaje. ¿Quieres verlo?”

Caperucita no sabía qué hacer pero asintió. Suavemente la abuelita le desabrochó la caperuza y se la retiró mientras le decía “son preciosas”. Caperucita se acercó a un espejo y se miró. ¿cómo era posible? Sus orejas eran largas y peludas , idénticas a las del lobo con el que había jugado estos días. Las tocó, eran suaves y cálidas. Y un sinfín de preguntas brotaron de sus labios mientras su abuela le respondía con emoción.

“Ahora sólo te queda una cosa por descubrir” le dijo la abuelita.

“¿El qué?, abuela”

”Tu nombre. Al igual que tus orejas se ocultaron a todos, incluso a ti misma, debes descubrir cual es tu verdadero nombre, el que te hará sentir plena” le respondió la abuela.

“¿Y cómo lo voy a saber?”

“Deberás ir una vez más al bosque y encontrar al lobo. Él te lo dirá”

Caperucita asintió, se puso su caperuza y se despidió con una mirada de agradecimiento mientras decía “te quiero abuela”.

Siempre volvía por el camino porque era ya tarde pero esta vez se internó de nuevo en el bosque. Llevaba un rato caminando cuando escuchó el sonido de un arma y los gritos de muchas personas. Se extrañó. Lo que vio en ese momento no lo olvidaría jamás, estaban apaleando al lobo malherido, a su amigo, a una parte de sí misma.

Corrió cuanto pudo mientras gritaba que lo dejasen en paz. La gente se volvió y al ver que seguía con vida se retiraron. Ella consiguió llegar al lado del lobo y lo envolvió entre sus brazos. Nadie entendía nada, trataban de alejarla pero su voluntad era más firme. Finalmente todos se separaron mientras veían como caperucita lloraba y acariciaba al lobo. El lobo emitió su último gruñido y caperucita por primera vez aulló de dolor.

Una vez en casa Caperucita se encerró más y más en sí misma, no quería hablar, no quería comer, no quería vivir y así pasaron varias semanas. Un día, cuando la desesperación dio paso a la pena, cogió unas tijeras y rompió el nudo de su caperuza. Tras el nudo, la caperuza entera acabó hecha trizas. Acarició sus orejas y las lágrimas brotaron de nuevo mientras un recuerdo volvía a su mente, el último gruñido de su amigo y fue cuando entendió.

A partir de ese momento comenzó a comer, a salir, a vivir, todo se fue normalizando. ¿Cómo explicar lo de sus orejas?, simplemente no dio explicaciones, ¿y sus salidas al bosque? A nadie le interesaban. La gente se acostumbró a verla y descubrieron su verdadera belleza, pero sin su caperuza nadie sabía cómo llamarla así que les dijo que a partir de ese momento la llamaran Alma. Y todavía hoy, las noches de luna llena, se escucha en el bosque un aullido que te penetra hasta el alma.


“Mami, ¿y qué pasó con su mamá?”

“Su mamá, como la quería tanto, aprendió a aceptarla y quererla sin su caperuza, En ocasiones trató de regalarle algún sombrero pero se dio cuenta de lo inútil de su regalo. Descubrió que el miedo que tenía era que su hija la abandonara algún día y se perdiera en el bosque pero aceptó que es ley de vida que cada cual trace su camino”.

“Y colorín colorado este cuento se ha acabado”.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Noche de placer con un desconocido...



... el Jazz.

Fue un arrebato la decisión de comprar entradas para el jazz. Se juntaron la cercanía de casa y de mi cumpleaños con la necesidad de estar sola y las ganas de conocer algo nuevo.


Ayer fue mi iniciación, no sabía lo que me iba a encontrar pero decidí ponerme guapa, sexi y así me sentí, con leggins, un top nuevo, botas y cazadora de cuero, maquillaje, perfume y algo de frío para acompañar.

La primera sorpresa fue que no era en el auditorio propiamente sino en la sala multiusos y cuando llegué me encontré decenas de mesitas con velas a los pies del escenario. Ya estaban ocupadas pero compartí una sin importar con quien. El ambiente era, cuanto menos, curioso. Bastantes hombres de los 60 que se niegan a abandonar aquella época y lo demuestra su pelo largo recogido o no en coleta, con barba generalmente, supongo que la Harley la dejaron fuera, sus mujeres más asentadas en el nuevo milenio y gente joven de la que llamaría alternativa, y entre todos estos entendidos, yo. Lo bueno es que estaba en mi salsa, muy a gusto entre todos ellos.

Fui a la barra, Ambar patrocinaba así que pedí una sputnik, me encanta esa cerveza con un toque de vodka. La noche prometía.

Se fueron apagando luces y presentaron al primer grupo, The lydian Project acompañados de Clara Luna. Me gustaron mucho, de vez en cuando cerraba los ojos para poder escuchar a los cuatro, la batería, el contrabajo, la trompeta y la guitarra, juntos pero no revueltos. Me penó cuando se fueron.

En el descanso me fui a por otra sputnik y a por una tostada de salmón, no había cenado. Otro acierto lo de poder cenar ahí.

Pensé que lo raro sería que el grupo siguiente me gustara, que sería un jazz más difícil de escuchar y encima con banjo. El grupo era Béla Fleck & the flecktones. Si el anterior fueron los preliminares este ya fue el orgasmo, casi 2 horas de auténtico placer. El pianista, que a su vez tocaba la armónica, y otros instrumentos, me sedujo totalmente, para mí era la estrella, eso sí junto al bajista que sin entender nada de eso lo llamaría un virtuoso del bajo, hacía sonidos increíbles, me dejó literalmente con la boca abierta. El pirata, por el sombrero que llevaba, tocaba la batería electrónica, una especie de guitarra que me desconcertó desde el primer momento porque no localizaba el sonido que hacía y llegué a pensar que tenían la batería grabada. Y Béla Fleck que cuando más me gustó fue cuando hizo el sólo. La impresión que me dio es que es un tío inteligente que se ha sabido rodear de músicos muy muy buenos, tanto que lo eclipsan, sin embargo el grupo lleva su nombre. Curioso.

Así que me fui con las endorfinas rebosándome por las orejas pensando “... y mañana más”.

domingo, 1 de noviembre de 2009

¿Dónde se van las cosas que no he vivido?


¿Dónde podré buscar todo lo que anhelé y dejé marchar sin hacer nada por conseguirlo?
Me duele más el recuerdo de lo que pudo haber sido que la certeza de lo que nunca será.

Mar en calma

Toda mi vida he estado viajando en un barco lleno de gente, la misma gente. Aprendí a levar anclas, arriar las velas; compartimos sueños en unos cuantos metros cuadrados. El infinito se situaba entre la proa y la popa, babor y estribor.

Un buen día llegó la tempestad, una de las mas fuertes que pasé, y caí al agua. Por primera vez pedí ayuda, supliqué, y no hubo respuesta. Me hundía más y más.

Las olas se hicieron imposibles, el cielo se oscureció, alumbrándose escuetamente por algunos rayos y relámpagos, e inevitablemente me vi arrastrada al fondo del océano.

Luché durante minutos, horas, días, no lo sé, a mí me parecieron años y cuando conseguí llegar a la superficie todo era calma, sol, paz y soledad. Allí ya no había rastro del barco, ni del mío ni de otros, por no haber no había ni peces, ni aves, ni... nada.

Y ¿ahora qué?, ¿buscar otros naúfragos?, ¿subir a otro barco?.

Simplemente aprender a nadar, disfrutar del agua, dejarme bañar por el sol, seguir el camino de las estrellas y encontrarme a mí.

jueves, 29 de octubre de 2009

Huellas

Esto lo escribí en junio, me gusta incluirlo aquí.

Seguir tus pasos es difícil puesto que estas a legüas de mí, doy un paso y tú has dado 30, a pesar de todo te las arreglas para que te sienta a mi lado.

Cuando pienso que estoy mirando al infinito tu mirada me descubre que hay infinitos más lejanos que el mío.

Me abres caminos, horizontes nuevos, experiencias nuevas.

Atrévete a cambiar

A mi Robert Redford particular…

Bien, ya sé que este título contiene al menos 2 mentiras, ni tú eres Robert Redford, ni eres mío, pero permíteme la licencia ya que esta carta la escribo yo y sale de las emociones, de lo no racional (aunque conociéndome seguro que racionalizo bastante).

¿Porqué te llamo así? Bueno, comencé a llamarte “mi otro yo”, quizás como una forma de verte en un proceso de sanación interior. Ibas a ser el que me acompañaría por ese camino, y así ha sido. “Mi otro yo” era la manera de reducirte a un espejo mío, no existías, no estabas, no eras, ahí sólo estaba yo y mi dolor. Aún recuerdo una vez que me dijiste algo así como “todavía no hablas conmigo”, supongo que era fácil darse cuenta de eso.

Poco a poco apareciste, como algo minúsculo, pero estabas. A ratitos te empecé a mirar y descubrí que, de tanto en tanto, esparcías miguitas de ti, ya te lo dije, gotitas minúsculas de tu esencia. La sorpresa llegaba cuando esas gotitas invadían todo mi espacio interior.

Cuando me recomendaste ver “memorias de África” fue cuando te vi realmente. Él eras tú, y tú tratabas de ser él. Lo veía tan claro... ahí comenzaste a ser “mi Robert Redford particular”.

¿No darías lo que fuera por conocer a alguien así?, bueno pues felicítame porque yo lo tenía delante, aunque pocas veces se mostrara así.

No sé cómo convertir esto en un regalo para ti, quizás simplemente diciéndote que te he visto. Sé que estás ahí, que no siempre sales, ni te muestras, pero cuando lo haces…. puffff. Ojalá que los que quieres te vean así alguna vez.

He descubierto, y esto ya me pertenece a mí, que cuando tú te emocionas yo vibro y que cuando vibras yo me emociono. Aunque en música ocurriría esto porque ambos estamos afinados en el mismo tono, en la realidad soy consciente de que esto va en un sentido y no es de ida y vuelta, pero no importa. He disfrutado de mi sanación interior, y la llamo así y la pondría con mayúsculas y entre comillas si no hubiera abusado ya de las comillas en esta carta, he disfrutado de tu perfume, de tu esencia, de tu sonido... No sé porqué pero creo que he sido una privilegiada. He disfrutado mucho… Gracias.

Ojalá te hubiera podido devolver un poquito de todo lo que me llevo, en mi defensa diré que cuando te conocí no era mi mejor momento.

Me he sentido como Francesca en su granja descubriendo a Robert Kindcaid, aunque al igual que ella ha sido algo efímero. He despertado de mi mundo de fantasía con Matrix. He descubierto con “diario de una ninfómana” que la vida puede cambiar únicamente queriéndose. He aprendido que cualquier pasado no siempre fue mejor, que si nos abrimos podemos encontrar un mundo nuevo fuera y dentro de nosotros, ahí es donde entra “bailando con lobos”. Estoy en proceso de creer que aún no es tarde para casi nada, que si quiero puedo. He empezado a dejar de mirar a los demás para mirarme a mí misma. Creo que ya no sabía ni quien era yo cuando acudí a ti, y me he asombrado al descubrir una persona genial y porqué no decirlo una tía magnífica (esto es lo que pasa cuando una escribe sobre sí misma).

Si pudiera resumir en una palabra lo que he recibido diría LIBERTAD, y ahora sí, utilizo las mayúsculas, libertad de pensar, libertad de sentir, libertad de expresar, libertad de imaginar, libertad para mi espíritu, libertad para los que me acompañan.

Y mis propósitos para los futuros 50 años como mínimo, disfrutar al máximo de esa libertad y de la vida. Quiero disfrutar, quiero sentir, quiero vibrar, quiero emocionarme y quiero llorar, sí, por primera vez quiero llorar pero no de emociones contenidas como hasta ahora, sino con las lágrimas que brotan cuando estás recibiendo tanto que si no las dejas ir explotarías de tanto placer.

Aquí termina mi carta, mi regalo para ti, no quiero extenderme más y no sé como acabarla así que simplemente te diré: gracias.
 
El blog de Francesca. Design by Exotic Mommie. Illustraion By DaPino