lunes, 30 de noviembre de 2009

¿Qué necesitas?

¿Que qué necesito?

Hoy se supone iba a poner nombre a lo que tantas vueltas le doy a mi imaginación y no he sido capaz de pronunciar tres simples sílabas. Mis oídos todavía no están preparados para escucharlas de mi boca. Sabía cual era la respuesta pero todavía no la puedo asimilar completamente.

De nuevo en soledad mi mente se ha dispersado y me ha dado el gusto de recordar momentos que ahora echo tanto de menos.

Las caricias de Ángel que hacían que la noche se fundiera con la mañana en lo que nos parecían apenas 10 minutos ¿dónde encontrar ahora tus manos y mi tiempo?

Los paseos en bici y las sesiones fotográficas con Alberto mientras me decía que tenía ojos de mujer fatal, las horas con la guitarra poniendo juntos música a sus letras, sus abrazos, las discusiones fingidas en plena calle ¿Escribes ahora, plasmas los instantes mágicos sobre papel? Yo ya no.

Las veladas después de comer con Fernando, que se supone venía a ver a mi hermano y se quedaba tocando el piano para mí durante horas tantos domingos. Echo en falta las miradas que me enviabas, ahora apenas te veo y tu mirada siempre está triste.

Los paseos de la mano con Juan Carlos, o cuando me agarrabas de la cintura, ni un solo beso pude arrancarte, pero tampoco lo necesité. Sabía, aunque no quisieras confesarlo, que todavía te quedan puertas que abrir, sitios de donde salir. A ti te debo poder expresar mis sentimientos, escandalizar a muchos por nada y darme igual. Antes de ti no hubo nada, después… tampoco.

La noche en aquel bar en el que yo era una fuente de endorfinas y oxitocina. Cada vez que la gente que pasaba a nuestro alrededor nos acercaba uniéndonos en un abrazo inesperado, yo cerraba los ojos por miedo a que vieras lo que bullía en mí. Y tú, lo viste, me llevaste a un lado y nos besamos, salimos de aquel bar y seguimos besándonos de puerta en puerta hasta que nos dimos cuenta que era de día. Era domingo y una anciana nos echó un cubo de agua desde su ventana. De su portal a tu casa, a tus caricias, a tus besos, a tu espera. De tu casa a mi coche, a mi casa y a mi vida de nuevo. No recuerdo tu nombre pero me he acordado de ti tantas veces. Echo en falta tu mirada al despedirnos, la pasión, el deseo, la humedad del cubo de agua y la de otros lados.

El amor de mi infancia, Diego, siempre legañoso, ahora imagino que sería conjuntivitis, antes no lo sabía pero no me importaba. Añoro estar con mariposas en la tripa a cada momento.

El amor de mi juventud, Carlos, las horas de estudio más esperadas en pleno verano. Cuánto me reía contigo. Después de ese verano ingresaste en un monasterio, a partir de entonces los exseminaristas fueron mi perdición. Añoro desear lo prohibido.

El amor de mis 14 años, un socorrista, otro Carlos, me tuviste loca todo un verano y parte del invierno. Pensé que iba a morir de amor pero sigo viva o al menos lo he intentado. ¿No podrías regresar ahora que ya no tengo 14 años?. Eras la dulzura y la madurez personificada en un cuerpo 10.

Todo eso y un poquito más es lo que necesito.

0 comentarios:

 
El blog de Francesca. Design by Exotic Mommie. Illustraion By DaPino